Los jóvenes no saben nada...
Estimados lectores, no es fácil escribir un artículo de opinión en un ambiente tan convulsionado, con tantos sentimientos encontrados. Antes que nada, soy madre y la pérdida de la vida de dos jóvenes me afecta, y mucho. Pudieron ser mis hijos, o los tuyos..
No voy a entrar en tecnicismos que desconozco respecto a la sucesión del poder, para eso están los expertos, que por cierto, parece no logran ponerse de acuerdo. Mi análisis y comentarios son más bien, de corte social y político, porque toda crisis, siempre deja una enseñanza y lo que ha ocurrido en el Perú merece una reflexión inteligente, sin posturas extremas. Sé que es muy difícil emitir una opinión que sea del agrado de todos pues cada quien tiene un concepto de la realidad acorde con su formación, su pertenencia generacional, y su propia experiencia de vida.
Para los amables lectores que han seguido mis publicaciones, se darán cuenta que lo que ha ocurrido en el Perú en estos últimos días, es el desenlace de una serie de deficiencias en nuestro sistema republicano que tarde o temprano nos explotarían en la cara: Instituciones del Estado copadas por la corrupción, Partidos políticos convertidos en organizaciones criminales al servicio de malos empresarios o en vientres de alquiler para ser usufructuados por cualquier oportunista y, un sistema electoral que avala la sinverguencería y la manipulación según el poder de turno.
Hoy, ese sistema (así lo espero), se quebró. Hoy, los jóvenes, si, los pulpines, esos que se ningunean, resultaron teniendo más testosterona que aquellos circunspectos adultos que creen siempre tener la razón pero que son incapaces de reclamar por lo que es injusto o lo que ya no funciona y prefieren mantener el status quo en tanto no se afecte su zona de confort.
Hoy los jóvenes, aún sin tener muy claro el por qué de sus reclamos, han dado una lección a los viejos políticos, haciéndoles saber que las nuevas generaciones no agacharán más la cabeza ante la injusticia y el abuso del poder. Tal vez sus argumentos para manifestar su malestar no sean muy eruditos, pero ellos representan a los peruanos resilientes que se niegan a ser simples sobrevivientes de un sistema injusto, donde las oportunidades son privilegio de unos cuantos afortunados por el hecho de haber nacido en familias pudientes y no por tener un Estado eficiente que cumple con el deber de dar a cada uno sus ciudadanos las herramientas para tener una vida digna.
Este es el momento de que las generaciones mayores hagamos un mea culpa porque así como tenemos jóvenes valiosos, es cierto también que hay muchos que han sido llevados por el mal camino pero, ¿ De quién es la culpa ?, ¿ De ellos mismos o de los padres y maestros que claudicamos a una educación y formación de calidad ? Los seres humanos somos, a no dudarlo, producto de la educación. Sin embargo, hemos permitido que se imponga una currícula escolar paupérrima que lejos de formar ciudadanos críticos e íntegros, pretende lograr individuos serviles y conformistas. Éste es el plan más perverso, a largo plazo, urdido por una nefasta clase política que pretende afianzarse en el poder por siempre. Los jóvenes de las últimas décadas son verdaderas víctimas de nuestro sistema educativo.
Pienso y siento que el involucramiento de los jóvenes en los asuntos del país, aún con todos sus errores, constituye una esperanza de un Perú mejor, más justo, con igualdad de oportunidades y de derechos para todos. La renovación de la clase política será una necesidad impostergable, así como de las leyes que aseguren procesos electorales limpios que reflejen el sentir de la población. Estamos ante el umbral de una nueva era, quiero creerlo así, donde empresarios y políticos entiendan que no basta crecer económicamente si ese crecimiento no se ve traducido en bienestar para todos. Los jóvenes han prendido las alarmas...escuchémoslos.
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