La Mujer, ayer y hoy

 El mes de marzo, mes en el que conmemora el Día Internacional de la Mujer, siempre es un tiempo oportuno para reflexionar sobre los cambios que hemos experimentado las mujeres a través del tiempo y evaluar nuestra situación actual.

¿Ser mujer y compartir los mismos órganos reproductivos nos hace parte de un colectivo en el que todas debemos pensar igual ? , ¿ Ser mujer significa compartir una misma historia ?...La respuesta categórica, es no. Las mujeres compartimos grandes ideales, como la equidad de género por ejemplo, pero no somos un bloque monolítico en el que la opinión de algunas nos representa a todas. Tampoco compartimos una misma historia a través del tiempo. Existe una gran diferencia entre la experiencia histórica y situacional de la mujer occidental y la oriental. Igualmente, existen las feministas, las neofeministas y las que entienden la relación hombre-mujer como una alianza estratégica entre diferentes para lograr un objetivo común.

Sin embargo existe una etapa histórica que nos es común y es la que corresponde a nuestros orígenes como especie humana. El Homo sapiens (seres humanos modernos) aparece en la Tierra hace unos 600 mil años. Durante el Paleolítico, hace unos 12 mil años a.C. las sociedades eran igualitarias, con una diferenciación en el trabajo dada en función de las características físicas y funcionales de cada sexo. Tiempo después, hacia los 10 mil años a.C. se descubre la agricultura y el hombre se hace sedentario. Las condiciones económicas, sociales y políticas empiezan a cambiar derivadas de la capacidad de producir alimentos. El hombre, polígamo desde sus orígenes por la necesidad de perpetuar su especie, somete a la mujer a la monogamia para asegurar que su patrimonio económico y el poder político y militar sea heredado por sus hijos sin ninguna duda en su filiación. La producción de alimentos genera excedentes que se traducen en riqueza, por ello, el hombre necesita ejercer el poder sobre la familia y la sociedad. Así nace el Patriarcado.

Con el Patriarcado surge entre los hombres un sentimiento de superioridad con respecto a la mujer. El hombre es el dueño, el protector y el proveedor de la mujer y de los hijos. Esta percepción es la madre del machismo y una de las causas de la violencia contra la mujer. Esta relación hombre-mujer ha permanecido así por miles de años. En occidente, la revolución francesa marcó un punto de quiebre y desde allí las mujeres han ido ganando terreno en diferentes campos, no así en oriente, donde las mujeres carecen de derechos y se mantienen prácticas repudiables como la ablación genital.

Si comparamos el estatus de las mujeres mantenido por miles de años y lo comparamos con el tiempo transcurrido desde la revolución francesa en el siglo XVIII (apenas un pestañeo en el tiempo), nos podemos dar cuenta de los grandes cambios conseguidos en un corto tiempo. Con la Revolución Industrial y las dos Guerras Mundiales, las mujeres tuvieron una gran presencia laboral, aunque carentes de derechos básicos y con enormes desigualdades con respecto a los hombres. Hasta antes de la Segunda Guerra Mundial, las mujeres necesitaban permiso del varón para trabajar, rendir examen para ingresar a una universidad, obtener pasaporte etc. Las mujeres entonces, deciden asociarse para obtener sus derechos hasta que acontece el terrible incendio en la fábrica de textiles de Nueva York en 1,908 donde fallecieron quemadas o asfixiadas decenas de obreras Esta tragedia obligó a importantes cambios en legislación respecto a seguridad y salud laboral e industrial.

Hoy en día, las mujeres en el mundo quieren ser escuchadas y recibir un trato igualitario. Hoy, las mujeres ya no quieren repetir los roles de sus madres y abuelas. Quieren superarse a través de su profesionalización y de esa manera lograr su ansiada independencia económica. En el Perú, las mujeres  cada vez más, se sienten capaces de elegir si se casan o no, si tienen hijos o no. Esto,  aunque es positivo, espero que no se trate del otro extremo del péndulo y que las mujeres pierdan parte de su esencia, como es la maternidad y la familia.

Sin embargo, en Latinoamérica y en el Perú queda aún mucho camino por recorrer. Si miramos el empleo informal en el Perú, el porcentaje de mujeres es de 77 %, diez puntos más que los hombres. De 1,676 municipios distritales, sólo ocho fueron elegidas alcaldesas (ojo que la mayor población electoral está compuesta por mujeres), ninguna en Alcaldía Provincial y tampoco en las Gobernaciones Regionales. Sólo entre un 20 a 30 % de mujeres ocupan cargos directivos en las empresas, en áreas de liderazgo, producción e informática. Por supuesto, todo es un proceso Mejorar estas cifras nos tomará tiempo y esfuerzo pero todo depende de nosotras y del empeño que le pongamos a nuestras aspiraciones.

Un principio constitucional afirma que "Todo somos iguales ante la ley" pero, para que eso se cumpla, hombres y mujeres debemos tener igualdad de oportunidades en Educación, Salud, Trabajo, Seguridad Social y Derechos Políticos. Por ello, es necesario que las tradiciones, valores y costumbres armonicen con los Derechos Humanos. Esa es la verdadera igualdad de género. 



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