Perú: la peligrosa polarización
El domingo último se llevó a cabo la segunda vuelta de las elecciones generales de Perú 2,021. Sin embargo aún no tenemos un ganador oficial y al parecer, ello demorará varios días más. Lo que sí tenemos claramente, es un país dividido en dos mitades absolutamente polarizadas donde cada parte cree tener el monopolio de la verdad afectándose de esa manera la calidad de la democracia.
Como sostuve en mi blog anterior, un deficiente sistema electoral nos llevó a elegir en la segunda vuelta entre dos opciones que, juntas, sólo representaban el 18 % de electores hábiles. Por un lado Pedro Castillo, que en el mes de marzo obtuvo apenas un 3 % de aprobación en las encuestas, lo que denota que su incremento en las elecciones de abril, fue un voto de "última hora" y, por otro lado, Keiko Fujimori cuya candidatura ya estaba siendo afectada desde un inicio por el fuerte anti-voto fujimorista, calculado en un 70 % .
Esta elección, entre dos opciones opuestas, llevó al país a un reacomodo de la correlación de fuerzas: la izquierda, a pesar de sus rivalidades y diferencias, se unió a favor de un cambio estructural y, la derecha hizo a un lado el anti-voto fujimorista para preservar el sistema. Así las cosas, esta elección ha resultado más una posición de votar en "contra de" y no "a favor de". Es decir, los seguidores de Castillo sostienen que han votado en contra de la corrupción, mientras que quienes optaron por votar por Keiko dicen haber votado contra el totalitarismo, el terrorismo y la hecatombe económica.
Lamentablemente, estas elecciones se han visto enturbiadas por la sombra del fraude, en un lado y en otro. Los argumentos de Castillo no me quedan claros y los argumentos de Keiko tendrán que demostrarse en los próximos días en tanto se aclare la situación de las numerosas actas impugnadas y las observadas por la ONPE. Tanto por la tranquilidad del país como por el bien de la democracia y de la gobernabilidad, esta situación deberá quedar zanjada con total transparencia a la brevedad posible.
Dicho esto, sea quien fuere el ganador, tendrá que tener muy en claro que gran parte de sus votantes han sido resultado de las circunstancias y que la mitad de los peruanos, no lo quiere, sin contar con que ninguno tiene mayoría en el Congreso. Por lo tanto, construir coaliciones parlamentarias será una necesidad para lograr consensos y establecer políticas públicas necesarias.
Una particularidad de este proceso electoral es que se ha llevado a cabo en medio de una crisis sanitaria que ha mostrado una reveladora radiografía del Perú en todos sus ámbitos, la que por cierto, muchos no han querido ver por décadas y que ahora se nos muestra con toda su crudeza. Ha quedado demostrado largamente que "el chorreo" no llegó para todos y esta situación debe ser corregida por ética y por justicia. Caso contario, aunque Castillo no gane esta vez, seguirán apareciendo otros "Castillos" en las siguientes elecciones.
Así las cosas vemos entonces, por un lado, los que defienden el actual sistema económico y, por otro lado, los anti-sistema. Estos últimos culpan a los últimos gobiernos de sus problemas, por lo tanto no debe sorprendernos que apoyen a cualquier candidato que les ofrezca un cambio radical y un listado de propuestas populistas. El apoyo a Castillo no es un apoyo mayoritariamente ideológico. A la gente común, no sabe ni le interesa el marxismo ni el leninismo. Lo que quieren es eso, un cambio, así de simple.
Sin embargo, es innegable que el sistema económico de las últimas décadas no sólo nos hizo crecer sino bajar la pobreza de manera importante. Lamentablemente, con la Covid 19 estos avances se han perdido y la situación de nuestra economía se ha complicado de manera preocupante. La falla del sistema estuvo en una justa distribución de la riqueza con beneficios para todos. Se debió incidir con mayor fuerza en el aspecto educativo para mejorar el acceso a un trabajo decente y no en seguir manteniendo un sistema asistencialista que a la larga es una tremenda carga para el Estado y no tiene efecto en la eliminación de la pobreza, más bien la mantiene. La asistencia social dosificada es lo correcto en tanto se dan las condiciones necesarias para involucrar a la población en la actividad productiva.
Es un hecho entonces, que gane quien gane tendrá que dejar de lado sus intereses personales o partidarios y buscar ideas en común para establecer acuerdos sociales y desde allí trabajar luego en las diferencias. Tanto el Ejecutivo como el Legislativo tendrán una responsabilidad compartida en esto. El panorama no es alentador, pero la democracia y la viabilidad del Perú están en juego y habrá que hacer los esfuerzos necesarios. No nos olvidemos además, que la crisis sanitaria no está superada y la solución de parte de nuestros problemas tendrán seguramente que pasar por reformas que serán imposibles de realizar sino conseguimos consensos.
Entonces amigos, la clave está en la moderación política, no en posiciones hostiles e irresponsables que sólo nos llevarán a la inestabilidad política y gubernamental.
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