Castillo: el problema eres tú

Luego de superar una larga pandemia, con las graves consecuencias que todos conocemos, lo menos que los peruanos nos merecíamos era un gobierno eficiente que aglutine a todas las fuerzas políticas en favor de la recuperación de nuestra economía, mejorar la atención de la salud y elevar la calidad de la educación de los peruanos tan duramente afectada por la pandemia.

En vez de eso hoy tenemos una grave crisis de gobernabilidad que tiene a todo un país en vilo injustamente. Todo es incierto. Los jóvenes no saben si realmente podrán continuar sus clases presenciales; las empresas no tienen claro si se respetarán las reglas de juego y por lo tanto la inversión se retrae; los empleados temen perder en cualquier momento sus puestos de trabajo. Las amas de casa llevan una carga muy pesada al tener que hacer malabares con sus ingresos que cada día alcanzan para menos. No hay quien se libre de este ambiente de zozobra. Los jóvenes nuevamente ponen sus ojos hacia el exterior, la emigración nuevamente se convierte en la opción.

A ocho meses de gobierno, Castillo tiene un 76 % de desaprobación y el Congreso 82 %  según encuesta de Datum. En marzo de este año el 82 % de ciudadanos opinaba en favor de nuevas elecciones y un 50 % en favor de la vacancia presidencial. ¿ Quién es el responsable de esto ?, veamos a continuación algunas razones.

El gobierno de Castillo nace de un embarazo fallido. En la primera vuelta, él y Keiko, juntos, apenas alcanzaron el 18 % de electores hábiles. Un pésimo sistema electoral nos enfrentó a elegir entre 24 opciones, en realidad no los puedo llamar partidos políticos. Un mes antes de las elecciones, Castillo apenas tenía un 3 % de respaldo en las encuestas ( lo que demuestra que votar por él fue una opción de última hora). Su contrincante era una candidata con un 70 %  de antivoto lo cual facilitaba una victoria entre comillas pues no se trataba de votos realmente por su perfil como candidato o sus propuestas para el país sino en contra de Keiko. A todo esto hay que añadirle que ninguno tendría mayoría congresal.

Si consideramos que la democracia es el gobierno de las mayorías con respeto a las minorías nos quedará muy claro que nuestro sistema electoral no refleja dicho concepto. Por tanto el panorama que hoy en día vivimos era previsible. He aquí una primera razón del caos que vivimos.

Castillo, sabiendo sus debilidades al no tener mayoría congresal, en vez de tender puentes a través de la elección de funcionarios idóneos con capacidad de conciliación, puso en los principales cargos a personajes de dudosa reputación y sin los pergaminos necesarios. Sus congresistas debieron buscar construir coaliciones y abocarse a la solución de los grandes problemas nacionales.

Castillo fue incapaz de entender que los ciudadanos que votaron por él, no lo hicieron por razones ideológicas sino por su discurso prometiendo la erradicación de la pobreza. El común de sus electores desconocen sobre constituyentes ni de Constituciones. Su discurso, desde un inicio fue confrontacional, apelando a viejas y caducas argumentaciones históricas y exacerbando viejos resentimientos sociales. Su falta de moderación política y de idoneidad para el cargo originó inestabilidad política y de gobernabilidad.

Hoy Castillo está atrapado en un callejón cuya única salida, en mi opinión, es su renuncia. El Perú no se puede seguir desangrando. Pretender permanecer en el cargo en nombre de la democracia es inadmisible. Castillo no representa en modo alguno a la mayoría de los peruanos, en este punto, ya ni siquiera a los que votaron por él lo respaldan. Una salida digna y ordenada sería lo correcto.










Comentarios

  1. Concuerdo con tu punto de vista. Espero que, por lo menos, sea honesto consigo mismo y renuncie. Nuestro Perú está anémico y necesita con urgencia una transfusión de gente honesta e idónea para frenar esta muerte anunciada... Es su única alternativa...

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