Indigenismo y movimientos separatistas: la utilización política de la Historia

Tal vez, algunos de mis comentarios en mi presente blog puedan sonar a blasfemia para algunos académicos y por supuesto, para quienes no lo son, pero es justamente en razón a mi formación como científica social, en particular en Arqueología (que por cierto forma parte de la Historia), que argumentaré mi opinión respecto a los acontecimientos que se vienen dando últimamente en el Perú y sobre los cuales considero importante manifestarme. Me refiero en particular a los supuestos deseos separatistas de las regiones del sur del país.

Una de las estrategias de campaña de Pedro Castillo, que continuó inclusive durante su gobierno, fue apelar de manera recurrente a discursos confrontacionales invocando viejas y caducas argumentaciones históricas exacerbando viejos resentimientos entre peruanos con la finalidad de llevar acabo sus objetivos políticos para los cuales estaba dispuesto de llegar inclusive hasta la violencia agudizando las contradicciones al extremo para finalmente lograr los cambios necesarios que le permitieran perpetuarse en el poder, al mismo estilo de conocidos gobernantes latinoamericanos.

El plan de Castillo y sus socios extranjeros se cayó con su fallido intento de cierre del Congreso. Sin embargo, Castillo ya se había adelantado a preparar un escenario nacional coludido con agentes de extrema izquierda, relacionados a organizaciones y remanentes terroristas y a otras actividades ilícitas, para dar cumplimiento a sus planes. Estos agentes engañan y confunden a la opinión pública afirmando que no se trata de actos terroristas sino de manifestaciones del pueblo olvidado por el Estado y, acusan a la derecha de terruquear sus justas demandas.

Sin duda, hay un grueso sector de la población que no es debidamente atendida por el Estado. No sólo en el interior del país sino también en Lima. Doscientos años de independencia no han sido suficientes para lograr instaurar un sistema político y socio-económico que brinde atención y bienestar a todos sus ciudadanos. Nuestra historia republicana es una sucesión de rivalidades, traiciones y corruptelas. Lamentablemente, hoy en día la situación no ha variado sustancialmente y tres décadas de crecimiento económico no han ido acompañadas de un desarrollo integral para todos los peruanos.

Sin embargo, lo anteriormente dicho, no justifica movimientos separatistas ni el empoderamiento de causas indígenas, como si las diferencias culturales definieran mayor o menor grado de peruanidad. Los políticos populistas siguen maliciosamente utilizando el discurso indigenista para seguir dividiendo a los peruanos. Todos los que hemos nacido en territorio peruano somos igual de peruanos, al margen de nuestras características físicas y culturales. Todos somos mestizos. Todos somos aborígenes peruanos por haber nacido en el Perú. Los grupos étnicos pre-europeos ya no existen en estado puro. Apenas a sesenta años de la llegada de Pizarro, ya el 80 % de la población del otrora Imperio Incaico, ya se había exterminado. Ese grupo restante se mezcló con la población europea e inclusive africana en mayor o menor grado de manera incesante y así continúa hasta la actualidad.

Como profesional de la Historia considero que somos una nación en formación. Aún no somos un grupo homogéneo, consolidado que nos permita identificarnos los unos con los otros. Mirar al Perú a través de los ojos de la Arqueología no me lleva a romantizar nuestro pasado, al contrario, ubico cada momento histórico en su debida perspectiva. Resolver los problemas de los pueblos olvidados no pasan por renegar de nuestra historia culpando a los conquistadores de todos nuestros males , menos aún, instaurando modelos de vida ancestrales que ya sólo existen en el pasado. Aquí ya no hay españoles y aborígenes, aquí hay hoy en día, peruanos.

Tenemos que tener una visión moderna de país, a futuro para ser competitivo en un mundo globalizado. Nuestro gran acervo cultural y nuestras tradiciones ancestrales nos enriquecen como país y es importante su conservación como parte de nuestro patrimonio. Pero la idea no es caminar hacia el pasado sino, construir futuro. Hoy en día. por ejemplo, tenemos tres idiomas oficiales: el castellano, hablado por más del 82 % de peruanos; el quechua, por un 13 % y el aimara, por un 1.7 %. La meta debe ser que un 100 % de peruanos hablen castellano, al margen de tener otra lengua materna y, por supuesto, poner el énfasis en la necesidad del aprendizaje de idiomas extranjeros , como el inglés, que es lo que finalmente le abrirá puertas a los jóvenes. La economía es cada vez más pragmática en el mundo: producir para el consumo masivo y obtener ganancias integrándose al comercio exterior. A eso es a lo que las empresas mayoritariamente apuntan hoy en día. Sin generación de riqueza nunca se acabará con la pobreza. El reto es construir una país de ciudadanos productivos capaces de autosostenerse. El resto, es populismo puro. Hablar de izquierdas y derechas, ya debería ser pasado.

Las propuestas separatistas y la confrontación entre peruanos agudizando las diferencias culturales, son en realidad herramientas ideológicas de grupos recalcitrantes antipatriotas. No nos dejemos engañar con la justificación de la violencia por demandas insatisfechas de la población, porque la solución a dichas demandas, no es con la violencia ni destrucción, por el contrario, es necesario seguir construyendo país. Las razones de estas asonadas violentistas son por demás conocidas y nada tienen que ver con las necesidades insatisfechas de tantísimos peruanos, muy injustas por cierto.