Bicentenario de nuestra independencia : ¿ Qué celebraremos ?
El 2,021 se inició ya y ello me lleva irremediablemente a preguntarme cuáles son las metas logradas como país en estos doscientos años como república independiente dignas de ser elogiadas, de qué debemos sentirnos orgullosos, de qué debemos felicitarnos...
Celebrar un aniversario patrio es importante, más tratándose de un Bicentenario, porque ello nos ayuda a establecer vínculos entre peruanos y consolidar la construcción de nuestro Estado-Nación. Es evidente que se han estado haciendo mayores esfuerzos para que las celebraciones tengan un carácter más inclusivo, "deslimeñalizándolas", para reivindicar con justicia las acciones libertadoras en las diferentes Regiones del Perú. Lamentablemente, la pandemia de la Covid 19 ha impuesto su propio "programa" y ha interrumpido la muchas de las actividades programadas.
Desafortunadamente, la Historia, no ha sido ajena a la manipulación política. Cada sociedad interpreta su pasado y los políticos también. Ellos interpretan la Historia de acuerdo a sus intereses en la disputa por el poder creando la "Historia oficial". La utilización del pasado es una vieja práctica para celebrar el poder político de turno interpretando los hechos de acuerdo a su conveniencia. Igualmente, las ideologías ensalzan o silencian los acontecimientos pasados según sus intereses. Es de esperar entonces que este Bicentenario no será muy diferente a nuestro Cincuentenario, al Centenario y también al Sesquicentenario.
En nuestro Cincuentenario había un clima de esperanza por la política de obras públicas de Balta, especialmente por la construcción de los ferrocarriles (tan añorados hoy en día por limeños y chalacos), símbolos de nuevos tiempos y de mayor acercamiento entre la costa y la sierra. Se destacaba también nuestras riquezas fiscales y el valor de nuestros recursos naturales. Queríamos ser la segunda república, en importancia, luego de USA. Con los ingresos del guano se invirtió en reformas arquitectónicas en Lima para cambiar sus rasgos virreinales y convertirla en una ciudad moderna, al estilo europeo.
Al cumplirse cien años de nuestra independencia, las colonias extranjeras donaron monumentos conmemorativos y se inauguró la Plaza San Martín y el Museo Bolivariano. Se imprimieron billetes y estampillas con los rostros de los libertadores y por supuesto también, con el rostro de Leguía. Un hecho destacable de este Centenario, es que en provincias, se rindieron sendos homenajes a personajes notables de nuestra independencia, como Mariano Melgar (Arequipa) y María Parado de Bellido(Ayacucho). Esto, de alguna manera, neutralizaba el centralismo limeño simbolizado en la celebración de nuestra independencia el 28 de julio con la jura de nuestra independencia por San Martín.
La celebración del Sesquicentenario de nuestra independencia, durante el gobierno de Velasco Alvarado, tuvo una connotación nacionalista y antioligárquica. Su idea era lograr la "segunda independencia del Perú" para favorecer al pueblo, ya que la primera había favorecido, según su criterio, sólo a los criollos. Como parte de sus objetivos, se levantó la imagen de Túpac Amaru II.
Ahora, estamos a puertas de celebrar nuestro Bicentenario, una celebración que por cierto nos encuentra inmersos en una crisis sanitaria y política y también con la incertidumbre de quién resultará ganador en las próximas elecciones generales del mes de Abril. A fin de marcar un derrotero para tan importante fecha, se elaboró durante el segundo gobierno de García, el Plan Bicentenario en base a la Declaración Universal de los Derechos Humanos y al Acuerdo Nacional, cuya vigencia es hasta el 2,030.
El Plan está muy bien elaborado, con objetivos ambiciosos. No tengo dudas que gran parte de ellos se habrían podido cumplir gracias al crecimiento económico sostenido que tuvo el Perú en los últimos años. Sin embargo, en gran parte ha terminado siendo un saludo a la bandera. El por qué, está claro: corrupción en todos los niveles de gobierno, congresistas que trabajan para sus propios intereses antes que por los peruanos, incapacidad de las distintas autoridades para ejecutar sus presupuestos con eficacia y por supuesto, falta de suficiente voluntad política.
Si miramos en retrospectiva, veremos que grandes cambios no han habido en el Perú desde el inicio de su vida independiente. La convulsión política, la pobreza y desigualdad, el centralismo que hace que se siga gobernando desde Lima dándose la espalda a las regiones (como bien se ha evidenciado durante la pandemia), y la falta de equidad de oportunidades, siguen siendo una constante. Lamentablemente, el crecimiento económico no ha sido suficiente para resolver los problemas del país, por ello, la ciudadanía reclama más justicia en el reparto de la riqueza.
Hoy, más que en celebraciones, lo que tenemos son desafíos que asumir con responsabilidad y pensando en el país. No puede ser que el Perú siga teniendo más de 22 % de pobres, 10.7 % de población con desnutrición crónica, 7.1 % de hogares sin luz eléctrica, 14 .2 % sin agua potable, 32.3% sin servicios higiénicos y 76.5% sin acceso a internet. La solución de los problemas de la agricultura y la minería no pueden ser postergados más. Ambos son motores de nuestra economía. La salud y la educación no pueden seguir siendo relegadas en el gasto público. No lograremos ser un país desarrollado con uno de cada siete niños, entre cero y cinco años, con desnutrición crónica y con escuelas rurales con una infraestructura rudimentaria, sin tecnología ni conectividad y con maestros poco capacitados.
La tarea es grande, pero no imposible, así que ¡ a trabajar ! , que el trabajo conjunto y solidario para resolver nuestros problemas como país, sea nuestra mejor celebración por estos doscientos años de vida independiente.
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