¿ Fue un error histórico hacer de La Punta un distrito ?

Hace varios años, conversando con un querido exalcalde punteño, salió el tema de los criterios que se tenían en cuenta en el Perú prehispánico para ubicar los asentamientos humanos. Luego de escucharme con atención preguntó, ¿ Es que los punteños estamos viviendo en el lugar equivocado ?. Ensayaremos una respuesta en este blog.

En sus inicios, la especie humana basaba la elección del lugar para asentarse en dos requerimientos : el acceso al agua y a los alimentos. me refiero, por supuesto, a asentamientos domésticos. Con el transcurrir del tiempo, las sociedades se fueron complejizando y se fueron sumando otros criterios para ubicación de las nuevas construcciones según la función que éstas desempeñarían. Por ejemplo, las fortalezas se construían siempre en terrenos elevados, como cerros.

En el caso del Perú precolombino, el conocimiento de fenómenos naturales recurrentes en las diferentes zonas geográficas fueron también elementos de juicio considerados antes de establecer un centro poblado. Así tenemos, los maremotos, los aluviones y huaycos, el activamiento de quebradas debido a lluvias intensas y otros.. Asimismo se cuidó mucho el recurso suelo debido a su escases, por ello la ubicación de asentamientos humanos en terrenos fértiles fue bastante limitada, sobretodo en la sierra.

En el caso de las playas, su utilización para establecer centros poblados fue prácticamente nula. Los asentamientos humanos siempre estuvieron ubicados a una distancia prudente del mar, salvo las construcciones precarias de material perecible para cobijar a los pescadores durante su tiempo de faena. Este mismo criterio se manejó en el Curacazgo del Callao, un reino preinca ubicado en ambas márgenes del río Rimac incluyendo lo que ahora es Callao Cercado, Bellavista y La Perla y cuyo centro administrativo, conocido como Pitipiti, se ubicaba en lo que hoy es el barrio de Chucuito.

Este curacazgo del Callao sobrevivió a la conquista incaica e inclusive a la dominación española manteniéndose la sucesión de sus curacas hasta el siglo XVIII en el que desaparecieron por completo luego del terremoto y maremoto de 1,746. Por supuesto que ya por esos años el prestigio de sus curacas y  del curacazgo eran muy limitados debido a la importancia que iba cobrando cada vez el puerto español.

Como dije, durante el virreinato hasta el siglo XVIII, la ciudad-puerto del Callao se asentó sobre el actual barrio de Chucuito. Allí se ubicaban las casas de autoridades y funcionarios portuarios , militares, iglesias y conventos de diferentes ordenes religiosas y, por supuesto población civil en general. Cuando se amuralló la ciudad para protegerla de los piratas, los poblados de los pitipiti quedaron fuera de la muralla.

Después del terremoto seguido por un potente maremoto, el Callao antiguo desapareció y de sus aproximadamente 5,000 habitantes, sólo quedaron alrededor de 200 sobrevivientes. Luego de esa traumática experiencia, el virrey decretó la reubicación de la población civil en Bellavista quedando prohibido construir vivienda alguna en el desaparecido puerto. Bellavista, considerada un lugar seguro por su altitud respecto al nivel del mar, se convertiría en el nuevo centro administrativo . En el puerto sólo se permitiría la presencia de militares y personal portuario. Inclusive hubo un proyecto de construir un canal desde el puerto hasta Bellavista para que los productos de los barcos sean llevados a Bellavista en embarcaciones menores.

Sin embargo, con el tiempo el puerto fue recuperando su vitalidad y esto atrajo la presencia de nuevos habitantes quienes se instalaron en las inmediaciones del muelle en sencillas casuchas. Los tiempos del horror de la catástrofe fueron quedando atrás. Luego de la independencia, a mediados del siglo XIX, las playas de la Punta del Callao se constituyeron en el balneario de moda , hasta convertirse años más tarde, en un nuevo distrito. Más de cien años habían transcurrido del gran terremoto, la muerte y la desolación quedaron en el olvido. Sin embargo, la advertencia de la naturaleza, estaba dada

La Punta nunca antes había estado habitada de manera permanente. Solo pequeñas chozas de pescadores y, durante el virreinato, algunas construcciones defensivas menores. Nunca se estableció un asentamiento humano permanente debido a su conformación geográfica (una lengua angosta de tierra y piedras que se adentra en el mar) y, por la sabiduría ancestral que indicaba que no era un lugar adecuado para establecer un poblado por estar peligrosamente expuesta a los peligros del mar.

Hoy en día muchos opinan que una tragedia como de la de 1,746 no podría volver a ocurrir. Sin embargo, ya ocurrió y es posible que vuelva a ocurrir. Por otro lado, La Punta y Chucuito vienen perdiendo sus playas como consecuencia de la construcción y ampliaciones del puerto del Callao moderno, desde 1,930. Las playas son la protección más importantes de las costas, si éstas se erosionan las olas podrían poner en peligro la vida de sus habitantes y su patrimonio en lugares donde las casas y los espacios públicos se encuentran a pocos metros del mar.

La Punta está unida a terreno continental por apenas 300 mts, en su límite con Chucuito y no existen defensas marítimas que protejan ni al puerto ni a nuestra península de los efectos de olas de gran magnitud. Hemos visto hace pocos días cómo oleajes de menor intensidad pueden provocar afectaciones importantes en las construcciones e infraestructura del lugar. Este es un tema urgente de atender por las nuevas autoridades. Antes de embellecer las ciudades, hay que protegerlas.

Creo que a estas altura de mi blog, muchos de los lectores ya tendrán su respuesta a la pregunta del título del mismo. Sin duda no fue una buena idea establecer un centro poblado permanente en nuestro querido distrito por los peligros expuestos. Sin embargo quienes hemos tenido el privilegio de vivir aquí por muchos años, como yo, hemos priorizado los beneficios de vivir en tan bello lugar antes que asumir los peligros y hemos hecho de las bravezas del mar una razón más para sentirnos conectados con el océano. El mar nos atemoriza pero también nos atrae y es y será siempre la razón para seguir siendo punteños.























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