¿ En qué momento se jodió el Callao ?

 Es difícil mirar al Callao y no emular las palabras del famoso personaje de la gran novela de Mario Vargas Llosa, "Conversaciones en La Catedral". Zavalita, personaje clase mediero, no podía explicarse - mientras miraba la Avenida Tacna- las razones que justificasen, bajo la óptica de la ética, el caos citadino que de alguna manera simbolizaba al Perú entero. Asimismo, mientras miro un punto cualquiera del Callao trataré de no quedarme en la pregunta y ensayar algunas posibles razones que llevaron al Callao, de la gloria a una ciudad sin planeamiento previo, sin ley ni orden y que de puerto orgulloso de entrada al país, lo convirtieron en puerta falsa a consecuencia de malos gobernantes.

He vivido en la Punta del Callao, como se le conocía en tiempos del virreinato, prácticamente toda mi vida. He podido ver el crecimiento y las transformaciones del Callao a través de diferentes gestiones. Algunas con cierto éxito pero la mayor parte, una total decepción. A pocos días de celebrarse el 204 aniversario de la proclamación de nuestra independencia, en la que por cierto, el Callao jugó un papel preponderante, considero pertinente analizar un poco las razones de cómo una ciudad puerto, considerada a mediados del siglo XIX como la más bella y moderna de la costa del Pacífico Sur, pudo irse degradando a tal punto que, para una política responsable, como pretendo serlo, me es difícil ensayar una solución eficaz ante el desmanejo de nuestra Provincia Constitucional por tantísimos años. Y no me refiero exclusivamente a autoridades locales sino a nacionales también, con mayor responsabilidad, sin duda.

Desde tiempos prehispánicos, la costa central tuvo un notable desarrollo. No en vano al norte de Lima tuvo lugar en Caral el nacimiento de la civilización en los Andes Centrales, lugar en el que además se originó el quechua, lengua que sirvió para interconectar el basto territorio del Tawantinsuyo. Con el pasar de los años, en lo que hoy es Callao Cercado, Bellavista y La Perla, se asentó el curacazgo del Callao (al cual debe su nombre), que antecedió y fue asimilado por la conquista incaica. Este curacazgo integrado por pescadores mayormente, construyó el muelle indígena en la bahía del Callao, en lo que hoy es Chucuito  y que estuvo en uso hasta la conquista, luego de la cual se modernizó dada la gran demanda comercial que iba alcanzando el puerto.

La mansedumbre y profundidad de sus aguas, su clima templado, la disponibilidad de agua dulce y de variados recursos procedentes de la agricultura hicieron de este Callao prehispánico, el lugar adecuado para que los conquistadores ubiquen el espacio de lo que sería su conexión con el mundo. Así se construye El Presidio (Callao amurallado) que quedó destruido luego del terremoto y tsunami de 1,746. Luego de ello se trasladó a la población civil a Bellavista (la cual sería la sede administrativa) y sólo se permitió la estancia en el puerto a personal militar y portuario. Sin embargo, a pesar del buen criterio que primó para proteger a la población de fenómenos naturales que sin duda se repetirían, la viveza de los que se sintieron atraídos por el auge del puerto, se impuso, y poco a poco, retornaron a las inmediaciones del puerto. He ahí, un primer quiebre.

Como sea, el Callao siguió en gran avance hasta quedar en la total desolación luego de la guerra de la independencia en la que prácticamente quedó destruido y sumido en al pobreza. Sin embargo, los chalacos resilientes lograron recuperarse. Por otro lado, la bonanza del guano, a mediados del siglo XIX, atrajo numerosos inmigrantes europeos que impulsaron la industria y el comercio con el consiguiente bienestar para la población. Bellas casonas se construyeron por esos años. Sin embargo, la naturaleza hizo lo suyo otra vez. En 1,940 un gran terremoto destruyó prácticamente todo el Callao cuyas casas habían sido construidas más con un criterio estético antes que de seguridad por lo que la mayoría no resistió el violento movimiento.

Luego de ello, el arquitecto Mosquera, pidió al gobierno central que se forme una comisión de técnicos para que se encarguen de diseñar y planificar un nuevo Callao. Sin duda, era el momento propicio. Sin embargo, las autoridades hicieron oídos sordos a esta buena propuesta. No les importó el Callao y así nuestra provincia avanzó literalmente, como pudo, con autoridades sin mayor presupuesto, con una que otra obra pública de importancia. Allí tenemos un segundo punto de quiebre.

Pasados los años y con un puerto bien consolidado, se obtuvo el beneficio de la Renta de Aduanas para los gobiernos locales (y luego, para el regional también) a razón de las ingentes importaciones que ingresaban por el puerto del Callao. Lamentablemente, lo que fue visualizado en favor de proyectos de inversión que mejoren la calidad de vida de los chalacos, terminó convirtiéndose en la caja chica de partidos corruptos que aún hoy siguen mutando y cambiando de nombres para aferrarse al poder. Este dinero y otros, que debieron y deben servir a la población fueron a parar en manos de malas autoridades (varias en presas hoy) y el Callao, lejos de reflejar la bonanza económica producto de las actividades que en él se desarrollan, es la muestra de un desorden histórico, de Planes de Desarrollo que resultan un saludo a la bandera y de un nivel de corrupción vergonzoso. Este el un tercer punto de quiebre y seguramente más funesto que cualquier fenómeno natural porque de éstos, los chalacos nos hemos recuperado, pero de este cáncer conformado por políticos corruptos, necesitaremos algo más que resiliencia.

A pesar de todo, confío sin dudas, que el devenir histórico del Callao tomará buen rumbo, pero para ello debemos invertir  masivamente en educación para formar ciudadanos críticos que aporten positivamente a la sociedad. La pacificación del Callao es una necesidad impostergable. Sin paz y seguridad imposible alcanzar el desarrollo deseado.

¡ Felices Fiestas Patrias !

JULIA SCHABAUER



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