¿Tienes tiempo y dinero ? entonces, puedes ser candidato

 Cuando decidí involucrarme en el trabajo político para mejorar la tan venida a menos clase política puse mi mayor esfuerzo, en cuanto a tiempo y energías, para hacer docencia en la población y lograr un cambio en sus criterios para elegir un buen gobernante. Asimismo quise demostrar que las personas decentes podemos lograr cambios en el quehacer político nacional limpiando el escenario político de malos elementos y luchando frontalmente contra la corrupción que cada día nos asfixia más como país y, por supuesto quise también demostrar que las mujeres somos tan o más capaces que los hombres para acceder a cargos de elección popular, tema por cierto, por demás complicado en un país donde impera el machismo y en el que ni siquiera las mujeres confiamos entre nosotras.

El tiempo de elecciones se acerca y con ello van apareciendo en el escenario todo un rosario de pretendientes a lograr un cargo, sea como Presidente o como congresista, afiliándose a Partidos en los que nunca se militó, pero que sirven como vientres de alquiler para lograr sus propósitos. El desprestigio de los Partidos, en general, es indiscutible y se pintan solos, no tengo que hacer mayor comentario. Las ideologías son un saludo a la bandera, un requisito que cumplir. No son un compromiso con el elector que los apoya pensando en que se cumplirá con los programas elaborados en base a un ideario en particular. Lo que importa es ganar. La palabra de un político hoy en día vale poco o nada. Un día pueden negar toda intención de postular a una elección y otro día cambian radicalmente su posición porque  se les acerca alguien con "interesantes propuestas" que les hacen brillar los ojos. Poco importa el honor pues, finalmente, eso no te hace rico ni poderoso.

El título de mi Blog resume perfectamente los requisitos para ser "un buen candidato". La frase, por cierto no es mía sino de un asesor de campaña de nuestro alcalde provincial del Callao que se me quedó muy grabada por ser tan groseramente cierta. Efectivamente, debes tener mucho dinero o personas adineradas detrás tuyo, para que te provean y poder repartir regalos dando la imagen de ser generoso y con sensibilidad social, aprovechándose de la falta de instrucción de las personas de bajos recursos, que es donde se encuentran los grandes bolsones electorales.

Alguna vez, un buen amigo me recomendó escribir artículos con mensajes positivos. Lo quisiera hacer, pero en esta coyuntura política, me resulta imposible. La realidad me aterriza y siento que para lograr cambios profundos en este país, primero tenemos que visibilizar nuestros defectos y carencias, pero no para quedarnos en la queja, sino para introducir las acciones que hagan falta para corregir lo que está mal y esas correcciones deben empezar por nosotros mismos, siendo mejores ciudadanos y buenos ejemplos para nuestros niños y jóvenes.

La política se ha convertido en un juego de ajedrez donde cada movimiento de una pieza corresponde a un interés personal o de un grupo de intereses, todo calculado fríamente, obviamente no en favor del bien común. Otro juego favorito de los malos políticos es, Nadie sabe para quien trabaja. Hoy están en un Partido o en una bancada, mañana, en otro. No hay compromiso, no hay respeto al elector, no hay decencia. Desde ya podemos ver como pre-candidatos a personajes que ya estuvieron en el poder y no hicieron nada por su jurisdicción, sin embargo, quieren repetir el plato, pero lo más vergonzoso es observar a la gente que los apoya, demostrando que lo que les interesa no es su terruño sino su interés personal.

Es una pena, pero llegaremos a nuestro Bicentenario con más de los mismo. Con Partidos e instituciones tutelares del Estado copadas por la corrupción, con un sistema de justicia donde campea la impunidad de los ricos y poderosos y con un sistema electoral y reglas de juego que permiten la permanencia y continuidad de políticos indeseables. Evidentemente, muchas generaciones tendrán que pasar para ver un Perú mejor pero que eso no sea pretexto para no hacer nada.