"Lima, Lima, tus pecados son tu ruina": breve crónica del terremoto y tsunami de 1,746
"Lima, Lima...tus pecados son tu ruina", con esta frase inició su sermón un religioso en una capilla del centro de la ciudad de Lima, a poco tiempo de ocurrir el terremoto y tsunami del 28 de octubre de 1,746, aduciendo que tales desastres habían sido causados por los graves pecados cometidos por los limeños por aquellos tiempos.
Estos mencionados fenómenos naturales son considerados como los más destructores que han tenido lugar en el Perú y marcaron un hito en nuestra historia y en nuestra memoria social, especialmente, entre los chalacos. Por ello, al cumplirse hoy, 274 años de aquél fatídico día, tengo a bien compartirles una breve reseña de lo que aconteció ese día basándome en la carta que escribiera José Eusebio de Llano y Zapata a su gran amigo, Ignacio Chirivoga y Daza, porque la Historia enseña, sin embargo, los errores se siguen repitiendo...
Antecedentes de la catástrofe:
El 7 de octubre, 21 día antes del gran terremoto, Juan Félix Goycochea, capitán de la balandra del Rey que cargaba piedra desde la isla San Lorenzo al Presidio (Callao antiguo), observó junto al capitán de la isla, Manuel Romero y a los presos del lugar, una serie de lenguas de fuego que parecían salir del mar y que ellos imaginaron sería un gran incendio en el puerto. Al llegar a tierra firme, contaron lo que habían visto, sin embargo, ningún incendio había acaecido. Asimismo, día antes del terremoto y tsunami, la población de Lima y Callao manifestó haber escuchado fuertes ruidos que parecían salir del interior de la tierra que se asemejaban a mugidos de bueyes unas veces y otras, a tiros de artillería. Se dice también, que días lluviosos y con fuertes vientos precedieron a aquél fatídico día
Los hechos:
Eran las las 10.30 de una noche tranquila, con cielo despejado, cuando la tierra empezó a temblar fuertemente, de manera ondulante. El movimiento duró algo más de tres minutos, suficientes para destruir la mayor parte de las casas, iglesias y conventos que se hallaban dentro de los muros del Callao antiguo, conocido como El Presidio por encontrarse rodeado por una muralla para protegerlo del ataque de los piratas. Pasados unos veinte minutos del movimiento, dos grandes olas impactaron en la desgastada muralla arrasando con lo poco que había quedado aún en pie. La segunda, de mayor tamaño sobrepasó la muralla que tenía entre 4 a 7 mts de altura y trasladó a cuatro embarcaciones con cargamento, desde el litoral norte, al litoral sur. Otras 19 se fueron a pique. Gran pánico causó también entre los limeños el gran estruendo de las olas contra los acantilados de Miraflores y Chorrillos.
Los daños:
Lima resultó destruida en su mayor parte con un porcentaje muy alto de fallecidos para la población de aquél entonces. En el Callao, de 4,900 habitantes, sólo se salvaron algo más de 200. Los llamados Pitipiti desaparecieron en su totalidad. Entre los que se salvaron estaban dos sacerdotes mercedarios y un franciscano que se subieron a un lienzo de la muralla (baluarte de Santa Cruz). Otros fueron varados días después a diferentes playas e inclusive, a la isla San Lorenzo. Ellos manifestaron haberse sujetado a maderos que flotaban en el mar y alimentado con restos de comida que hallaron entre los escombros arrastrados por las aguas.
Luego del retroceso del mar, se comprobó que éste no regresó a su nivel original. Parte de la franja costera quedó bajo las aguas y se perdió una considerable porción de tierras de cultivo. El fuerte movimiento sísmico también se dice, arrancó grandes porciones de tierras cultivadas y las trasladó a campos vecinos al Callao.. Esta pérdida de parte del borde costero (fenómeno conocido como subducción cosísmica) es sin duda el que dio lugar a la leyenda del "hundimiento del Callao antiguo".
La lección que nos deja esta historia no es poca cosa. Estamos expuestos permanentemente a fenómenos naturales similares, sin embargo, la población no aprende y se sigue asentando en lugares vulnerables al peligro con la irresponsable anuencia de las autoridades y, la falta de previsión en lo que respecta a la construcción de defensas marítimas para proteger a la población y a la infraestructura urbana así como la falta de refugios anti-tsunami, siguen siendo una constante.
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