La gran tarea del Bicentenario: construir la unidad nacional
Estimados lectores, como les adelanté hace unos días, mis blogs desde hoy hasta el mes de julio, tratarán sobre temas referidos a nuestra historia y problemática republicana. Para empezar, el tema de hoy, como se puede deducir a partir del título de mi publicación, es un breve ensayo que responde un poco a la pregunta sobre si el Perú es o no, una nación; expuesta en un lenguaje sencillo, pues el objetivo de mi Blog, es comentar los temas relativos a nuestra realidad de manera asequible para todos.
A raíz de la crisis sanitaria y política que nos golpea, he leído y escuchado una serie de apelativos respecto al Perú, tales como: "nación truncada", "nación fallida" y otros similares, con una gran carga de pesimismo y desprecio por lo peruano de boca de importantes intelectuales y analistas cuya lectura de los hechos no se enmarca en el largo proceso del devenir histórico de las naciones. Aunque parezca mucho tiempo, doscientos años de vida independiente, es apenas un parpadeo en el tiempo histórico. Muchas batallas aún nos faltan para conseguir nuestra ansiada nación peruana y su consecución será el resultado de grandes cambios y de la unión de férreas voluntades.
El significado de Nación (del latín "natio" que significa nacer), en términos formales, es el conjunto de personas con un mismo origen étnico que comparten vínculos históricos, culturales, religiosos, lingüísticos, etc. Tienen identidad de grupo y de pertenencia a un territorio específico. Nación, es un concepto básicamente histórico y cultural sustentado en elementos en común, muy ligado al concepto de Estado, que viene a ser la organización política que regula la vida de una nación bajo la tutela de un conjunto de autoridades.
Si queremos responder adecuadamente a la pregunta sobre si los peruanos constituimos verdaderamente una nación, es imprescindible remontarnos al pasado y reflexionar sobre los hechos.
El Perú está ubicado en los Andes Centrales. Somos un país andino. La cordillera de los Andes es un hecho geográfico que determina la existencia de numerosas micro-regiones debido a las diferencias altitudinales. Todo: costa, sierra y selva, son consecuencia de la presencia de la mencionada cordillera y sus pobladores deben ser denominados andinos, de manera general. Este hecho geográfico en el que habitamos, es un primer punto que compartimos como grupo humano, sin embargo esto no es suficiente.
La presencia del hombre en el Perú se remonta a unos 14,000 años y hace unos 5,000 años aparece la primera civilización en el Perú: Caral como producto de la interacción de poblaciones que habían desarrollado diferentes tecnologías para adaptarse a las condiciones ambientales en diferentes pisos altitudinales en la zona nor-central del Perú. Las condiciones agrestes de los Andes no han favorecido la unificación de grandes extensiones territoriales a excepción del Horizonte Chavín, Wari-Tiwanaco y los Incas. Entre estos períodos, lo que siempre prevaleció fueron pequeños reinos o confederaciones, con su propia cultura, idioma, creencias y organizaciones políticas, económicas y sociales.
Durante la hegemonía Inca, muchos reinos se sometieron voluntariamente al poder incaico, pero otros, no y, en el fondo, todos seguramente añoraban con recuperar su independencia. Sin embargo, los Incas, a través de sus políticas administrativas, en mi opinión, sembraron las bases de un proceso político que bien pudo devenir en la formación de una verdadera Nación Andina. Sin embargo el tiempo no les fue favorable, su duración, debido a la conquista española, no llegó ni siquiera a los cien años.
Con la llegada de los españoles se conforman dos grandes bloques culturales: la cultura occidental y la nativa, con todos sus matices. Los efectos de la conquista fueron brutales y traumáticos para los aborígenes. Se desmoronaron los criterios que daban coherencia a sus estructuras políticas, sociales, económicas y religiosas incluyendo la Redistribución practicada por los Incas. La población fue diezmada a su mínima expresión y sometida al pago del tributo indígena, a la mita en las minas, a la extirpación de idolatrías y al reparto de nativos en las conocidas Encomiendas. Esta es la situación que se vivió en el Perú por tres siglos.
Dicho esto, al conseguirse la independencia de España, lo que se tiene es una república débil, un país fragmentado con enormes desigualdades, centralista y con una enorme deuda social. Los criollos (descendientes de españoles) mantuvieron de manera hegemónica la cultura occidental frente a una mixtura de tipos fisonómicos y culturales producto de la mezcla entre diferentes grupos étnicos. Con el tiempo reconocemos hoy en día cuatro grandes grupos poblacionales reconocidos como: costeños (mayormente ligados a la cultura occidental ), los serranos, los amazónicos y los afro-peruanos.
La independencia de España no significó la solución de los problemas pre-existentes. La autoridades españolas fueron reemplazadas por las nuevas élites peruanas mientras que la postración de las necesidades de las grandes masas continuaron sin ningún beneficio. Inclusive el tributo indígena se siguió aplicando hasta mediados del siglo XIX en que fue abolido por el gobierno de Castilla. Como se puede ver, pensar en la conformación de una nación por aquellos años, era imposible. Pardo intentó durante su gobierno lograr la integración del Perú, pero no tuvo éxito.
Hoy, a pocos días de cumplirse el bicentenario de nuestra independencia, los mismos problemas con que nos iniciamos como república siguen subsistiendo. Sin embargo eso no nos debe calificar como una nación fallida, yo prefiero llamarla, una "nación en formación". Nuestro nacimiento a la libertad devino de un proceso doloroso de guerra genocida que no sólo significó el casi exterminio de la población nativa sino también de su riqueza cultural ancestral. Seguimos siendo un país fragmentado que aún no encuentra su norte, sin embargo su momento de verdadera unificación llegará y esto será cuando se comprenda que en el congreso deben estar presentes también los representantes de nuestras diferentes culturas, que la currícula escolar debe tener una visión nacional y otra regional y en la que se haga hincapié en valores como la tolerancia y el respeto a las diferencias, cuando se acabe con la pobreza extrema y las desigualdades; cuando el derecho a la salud, a la educación, a una vivienda digna y al trabajo decente, sean realidades y no meros enunciados en el papel.
Esta es nuestra gran tarea del bicentenario, y digo "nuestra" porque efectivamente, nos involucra a todos. Construir nación significa tender puentes, establecer vínculos que nos hermanen, construir íconos que nos hagan sentir orgullosos de ser peruanos y nos den sentido de pertenencia e identidad. Construir una verdadera nación implica un cambio de mentalidad, sin prejuicios étnicos obsoletos y caducos. El estudio del genoma humano acabó con la creencia de las "razas". Todos somos seres humanos con diferencias fisonómicas debido a las necesarias adaptaciones al medio en que se vive. La única diferencia real entre las personas es la cultura y por ende, la educación.. Empecemos a construir una nación peruana que aglutine nuestras diferencias de manera beneficiosa . La tarea no es fácil ni se logrará en el corto tiempo, pero es posible y en algún momento será una realidad.
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