Reflexiones en tiempos de viaje

Hace poco y en realidad con muchas dudas, debido a la crítica situación sanitaria, realicé un par de viajes al norte del país. Les confieso que tengo una costumbre que no puedo dejar de lado cuando viajo y es que siempre siento la necesidad de observar más allá del paisaje, para bien o para mal, no puedo dejar de investigar y analizar el porqué de las cosas que veo. En particular me gusta hablar con los lugareños para entender diferentes temas de su realidad, su historia, su problemática, sus necesidades y la percepción que tienen de sus gobernantes. Es interesante también observar cómo se administran las ciudades y aprender de sus autoridades, si hubiera algo que aprender.

En general, el Perú es un país de contrastes, en todo sentido y no hay mejor forma de conocerlo y entenderlo que viajando a través de sus diferentes regiones. Leer es una cosa, ver, es otra, ambas se complementan. Es imposible comprender el Perú de manera crítica si no conectamos con sus escenarios y actores. Por ello, cuando me preguntan, cuál es el mejor regalo que se puede entregar a un niño ?, siempre respondo: un viaje, porque esa es la mejor forma de aprender y de establecer lazos de amor a la patria y eso es exactamente lo que mis padres hicieron conmigo y lo que luego yo hice con mis hijos y nieta.

Esta manía mía de ir analizando todo lo que voy conociendo es, sin duda, un rasgo producto de mi formación como científica social lo cual, por cierto, me ha ayudado mucho en mi faceta política para comprender los problemas del país y en particular del Callao y por supuesto ensayar las mejores alternativas de solución a dicha problemática, porque la tarea de todo buen político que se respete, es llegar a una contienda electoral con "soluciones" a los problemas de su comunidad y no esperar a llegar ser autoridad para echarle la culpa de su incompetencia a las autoridades anteriores, como se suele hacer. Para ser sincera, los grandes problemas del Perú no tienen solución a corto plazo. Salvo temas puntuales, la mayor parte de nuestras necesidades requerirán de un mediano a largo plazo. 

Dicho esto último, resulta obvio que el periodo de gestión de un gobernador o un alcalde no será suficiente para enmendar grandes males. Entonces, ¿ Les creemos cuando en campaña nos prometen combatir la inseguridad ciudadana o la pobreza, por ejemplo ?. Los cambios que requiere el Perú y todas sus circunscripciones políticas para mejorar su situación, pasan por una visión a largo plazo por parte de sus gobernantes. Los conocidos Planes de Desarrollo Concertado son valiosas herramientas de trabajo a largo plazo que contemplan todos los aspectos de una sociedad. Sin embargo estos resultan mayormente un saludo a la bandera por una pandemia que parece infectar a la mayor parte de nuestras autoridades y esta no es otra que la "mezquindad política". 

Esta lamentable mezquindad política los lleva a desdeñar toda obra anterior descalificándola, abandonándola e inclusive, destruyéndola por meras rivalidades partidarias, personales o por egos gigantescos. De que hay obras malas, no tengo duda, pero cuando se ha trabajado un plan concertado por especialistas y respaldado por la ciudadanía, la obligación de toda autoridad es ejecutarlo. Por ello, todo Plan de Gobierno, en todos sus niveles, de quienes son autoridades o pretenden serlo, como en estas próximas elecciones, deben enmarcarse en su respectivo Plan de Desarrollo Concertado, que va desde lo Nacional hasta lo Distrital. La ley debe ser estricta en este aspecto y su no cumplimiento debería ser causal de vacancia, evaluándose a mitad de su mandato.

Si ello fuera así, los Presidentes, Gobernadores y Alcaldes no llegarían al gobierno a ejecutar lo que les interesa o conviene sino lo que es correcto y fue producto de un consenso. Esta necesaria visión de continuidad es de lo que adolecen la mayor parte de los políticos. Los gobernadores y alcaldes fungen de reyezuelos que pueden hacer lo que quieren con el dinero que es de todos los peruanos. Esto es inaceptable. La supuesta descentralización del país a partir de la creación de las regiones (léase departamentos en realidad) no ha servido para nada, salvo descentralizar el robo y la corrupción. A mi entender es necesario reducir dramáticamente el número de autoridades y crear macro regiones transversales que garanticen una variedad de recursos a cada una de las nuevas regiones. A ello agrego, replantear el uso y beneficio del canon.

Cuando se viaja por el Perú, al menos a mi me sucede así, te quedas con una percepción de un país bipolar (si vale el término). Puedes pasar de un hotel lujoso a una población en extrema pobreza en un corto tramo. Puedes pasar de un frondoso bosque a un árido desierto o puedes ver una localidad con evidencias de poseer una autoridad exitosa y responsable y luego, ver otra en situación lamentable, aún teniendo recursos. En Tumbes me dio mucha pena observar lujosas cadenas de hoteles (que sin duda dan importantes puestos de trabajo en la región) y a corta distancia, poblados terrosos, sin pistas. Aún el estado de la Panamericana es lamentable. La falta de planificación urbana es evidente. Tumbes tiene un enorme potencial económico pero malas autoridades lo tienen en un injustificable retraso.

Algo que me llamó mucho la atención en Tumbes fue observar una gran obra abandonada, sin terminar. Cuando pregunté por aquello resulta que fue el resultado de autoridades fugadas, luego presas. Sin embargo, aún con esos antecedentes, increíblemente, resultaban luego reelegidas. Esto definitivamente es un patrón en el Perú y tal vez el callao sea su mejor ejemplo. La explicación, para mi, no es otra que la relación directa entre educación deficiente y elección de malas autoridades. El capital más importante que tiene un país es el humano. Que quede claro, si no empezamos por allí, el Perú nunca logrará ser un país desarrollado. El Perú por muchos años tuvo un envidiable crecimiento económico pero, ¿ Cuánto de ello se vio reflejado en un verdadero desarrollo como país ?



 



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