El Honor: un valor en extinción
Sin duda, una de las principales causas del deterioro social y de la baja calidad humana entre autoridades y funcionarios públicos, es el escaso nivel educativo, particularmente en valores, lo cual no debe confundirse con el grado de instrucción. Una maestría o un doctorado no garantizan que un presidente de la república, por ejemplo, no se convierta en un ladrón . Ejemplos de ello tenemos varios.
Hoy, los ciudadanos vemos estupefactos en los diferentes poderes del Estado lo que parece una película de ficción en la que la verdadera naturaleza de los personajes resulta una interrogante. No podemos diferenciar los buenos de los malos quienes además resultan ser casi siempre los ganadores en un escenario de personajes convertidos casi en zombis sin capacidad de reacción y concentrados en resolver las necesidades de su diario vivir.
Así pues cada día somos testigos de numeroso destapes, como los del Ministerio Público, en los que un fiscal honorable, mañana resulta ser el jefe de una organización criminal, a decir de un bando contrario. A la sazón, tenemos un Poder electoral que permite que un condenado por homicidio, secuestro agravado y otros delitos, forme su propio partido político lo cual podría ser una amenaza contra la democracia, la ley y el orden. En el Ejecutivo tenemos a una presidenta, que habiendo formado parte de la fórmula electoral de una organización política de ideología marxista-leninista mariateguista, hoy no tiene ningún empacho en desconocer los principios, por los que alguna vez reclamó en las calles, en un evidente juego por permanecer en el poder.
Del Legislativo, ni qué decir, se pinta solo. Los Niños son su máxima expresión. Su función primordial como ente representativo de todos los peruanos quedó en el olvido. Se ha convertido (con sus excepciones por supuesto) en un aparato de negociación de intereses particulares y de encubrimiento de actividades de dudosa reputación. Hoy en día, sin vergüenza alguna elevan escandalosamente su presupuesto y se otorgan beneficios económicos sin remordimiento alguno frente a una masiva población golpeada por el desempleo y la recesión económica. No conforme con eso, se busca retornar a la bicameralidad y a la reelección de congresistas, temas rechazados por la población luego de ser consultados vía referéndum en el año 2,018. Ahora nos dicen que los resultados de esa consulta ciudadana podían ser revisados luego de dos años ( !! ).
Así las cosas, en la Comisión de Constitución del Congreso, les dan de pasada, una manito a sus amigos gobernadores y alcaldes para que se les permita la reelección por un periodo más, en el entendido que esta prohibición no redujo la corrupción y más bien bajó la calidad de los resultados de las gestiones aduciendo que cuatro años son insuficientes para el logro de objetivos. La corrupción es un sistema delictivo que inherente a las personas, no a la duración de las gestiones, por ello prorrogarlas no tiene relación alguna con una disminución de la corrupción. Respecto a lo segundo, tampoco estoy de acuerdo. Cuando una autoridad planifica su gestión, lo hace en base a planes debidamente cronometrados con conocimiento además de la lentitud de los procesos en el Estado, salvo que sea un novato o un desconocedor de gestión pública. Aún así, las obras no concluidas en una gestión o aquellos proyectos de inversión a mediano o largo plazo deben de ser terminados, de manera obligatoria, por la gestión siguiente y asunto resuelto. Lo que evidentemente se busca entonces, es la permanencia en el cargo.
Dicho esto, ¿Qué tienen en común los casos antes mencionados ? Sin duda la carencia de valores relativos al honor. Es decir, al mérito, a la moral y hasta al sentimiento de humanidad. Esto genera desánimo en la población y constituye un pésimo ejemplo para las jóvenes generaciones. Se está gobernando, no para la búsqueda del bien común, sino para el entornillamiento en el poder para obtener beneficios nada santos. Aún así, la resiliencia y empuje de los peruanos se sobrepone siempre a tiempos difíciles como los actuales, en los que la incertidumbre política es el pan de cada día.
El dinero y el poder fácilmente desequilibran a una persona si ésta no tienen una sólida base en valores fundamentales. El dinero y el poder alimentan la ambición, nublan la razón y la capacidad de discernimiento. Pero no sólo ello, también hacen que las personas renuncien a sus principios de vida y hasta, académicos a cambio de participar en el reparto de la "torta". Definitivamente, el honor parece estar en extinción...
JULIA SCHABAUER
Felicitaciones, excelente artículo
ResponderEliminarQuerida Julia, expones
ResponderEliminarcrudamente la situación que nos rodea en estos momentos. Y dices bien, una Maestría o título conferido a una persona, no lo exime de un acto vergonzoso. Si el ser humano carece de honestidad, estamos viendo situaciones denigrantes. Debemos luchar cada uno en el lugar que nos corresponde, velar por recuperar la honestidad.
EXCELENTE
ResponderEliminarTu excelente artículo estará publicado en Aprosec
ResponderEliminarMil gracias !!
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